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La Sabiduría Divina y la necedad del hombre

 

Lectura: 1ª Corintios 1:18-31

 

Definiendo la Sabiduría

El diccionario la define como “conducta prudente en la vida”. Podemos decir que los hombres han sido dotados de una capacidad diferente a la inteligencia, a la que conocemos como sabiduría. Por supuesto esta sabiduría necesita también bases de conocimiento, pero de ninguna forma esto llega a ser erudición. Este conocimiento llega a veces con los años, la experiencia y la utilización frecuente y cada vez más eficaz de los conocimientos adquiridos.

Podríamos concluir que la sabiduría está en obtener los mejores resultados de las circunstancias y los conocimientos.

En el tiempo en el que se escribe el texto podríamos ver 2 tipos de sabiduría diferentes: la de los hebreos y la de los griegos.

Los hebreos, trataban de caminar en el temor de Dios, el cual es el principio de la sabiduría, mientras los griegos querían encontrar la razón de la vida y el mundo en un sentido material, a través de los años y en el tiempo presente este segundo tipo de sabiduría se ha desarrollado y es el más apreciado por los hombres que lo ven como un “avance”, algo elevado ya que es más tangible que aquella sabiduría proclamada por los judíos.

 

La perversión de la sabiduría

Sin embargo el hombre se volcó a la idolatría a causa de la ausencia de un fundamento espiritual en sus convicciones. En el caso de los griegos, rendían culto a cuantos dioses les eran presentados, y en la actualidad los “sabios” y aquellos que dicen ser ateos, idolatran una amplia gama de cosas, aun a ellos mismos. Tal vez por que creen que no hay nada mas elevado que sus pensamientos. Una amonestación muy fuerte al respecto se encuentra en Romanos 1:18. Por todos los motivos expuestos DIOS ENTENEBRECE EL ENTENDIMIENTO DEL HOMBRE.

Por eso en el versículo 18, Pablo habla de la “palabra de la cruz”, que es el conocimiento y la proclamación, y que es locura para quienes creen que pueden salvarse por sus medios.

Volviendo a la sabiduría de los judíos, que había llegado a ser también simple sabiduría humana, ya sin fundamento en el temor del Señor; vemos que su caída está profetizada en Isaías 29:13-14. Los judíos exigían mas señales debido a que Dios se manifestaba a ellos de esta forma pero cuando Cristo hacia señales entre ellos, estas no eran las que ellos estaban esperando, y por lo tanto se constituía en un tropiezo para ellos.

Por otra parte los griegos querían demostraciones lógicas y cosas que ellos pudieran comprobar.

 

Los llamados

Aquí vemos un tercer grupo de gente formado tanto por aquellos que habían sido llamados de llamados de entre los dos grupos anteriores. No eran más sabios ni más fuertes según su naturaleza humana, pero tenían un respaldo que invertía la situación. Esto avergonzaba a la mundo, ya que la palabra en ese entonces como ahora era mejor recibida por los pobres y la gente de una clase social baja. Esto no implicaba que el Evangelio este destinado solamente a ellos, pero lo cierto es que su bienaventuranza se encontraba en esto.

 

Nuestra nueva naturaleza

El versículo 30, quizás la enseñanza más importante de este pasaje, nos habla de nuestra nueva naturaleza. Una traducción literal de la primera parte del verso sería: “Más de él sois vosotros en Cristo Jesús”. Pablo nos quiso decir que nuestro origen ya no es más la naturaleza caída de Adán sino que nuestro origen esta ahora en Dios por que somos nuevas criaturas. En un sentido similar podemos leer San Juan 1:12,13; donde nos dice que somos engendrados de Dios. Aquí vemos nuevamente la esencia divina en nosotros que nos permitió librarnos de la sabiduría humana, ahora convertida en locura y recibir la revelación de la sabiduría divina. Es por eso que ciertas cosas que el mundo no entiende y que para ellos son confusas y contradictorias para nosotros tienen completo sentido.

Otra vez esto no es merito nuestro, sino que es de nuestro Señor el cual es hecho sabiduría, y como si esto no fuera suficiente aún recibimos por medio de el, justificación, ya que nosotros condenados por ley somos justificados por su sacrificio; redención, ya que somos librados de nuestra condena, no debiendo purgar nuestras culpas y pecados; y santificación, quizás el regalo más visible, porque gente que el día de ayer no tenía esperanzas, recibe una nueva vida y la dedica a vivir en forma diferente a los demás, separado.

Pablo concluye con un texto del profeta Jeremías (Jer 9:23-24): “El que se gloría, gloríese en el Señor”. Nadie más es digno de nuestras alabanzas y lo que podemos tener, lo tenemos gracias a él.

 

Por: Antonio Velásquez


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